viernes, 27 de abril de 2007

Los Valores desde la Familia


Concientizando que los educadores tienen el deber y la posibilidad de modificar conductas y hacer crecer en valores, también es cierto que todo esto comienza en el seno de la familia; se requiere de un apoyo importante de los padres y familiares en la educación que se le da a un niño en la institución. En este sentido hay concordancia con las palabras de Rousseau cuando afirma: Un buen padre vale por cien maestros. Pero también se debe considerar que para eso se debe educar a la familia completa.

Las instituciones no pueden preocuparse únicamente por la educación de los niños y jóvenes inscritos, sino también, en hacer que la participación de las familias sea activa y permanente a través de actividades extra-cátedra que promuevan el encuentro y abran un canal efectivo de comunicación, creando un triángulo perfecto de aprendizaje. Motivando entonces ésta comunicación permanente podría afirmar, a través de las palabras del escritor británico William Shakespeare: Prudente padre es el que conoce a su hijo. Considerando que se educa lo que se conoce, debemos conocer a nuestro hijo para canalizar sus habilidades y corregir sus desvíos; así mismo debemos trabajar con nuestros alumnos, primero conociéndolos. Para esto es recomendable aplicar distintas dinámicas de conocimiento e integración, las cuales son sumamente efectivas para lograr los objetivos.

Los Valores desde la Perspectiva Docente


Desde el punto de vista del docente, la enseñanza y el compromiso de suministrar los valores son de vital importancia para el crecimiento y mejoramiento de la educación. En este sentido, es preciso incorporar la educación en valores en el currículo pedagógico del docente, que conlleva a la enseñanza de los valores educacionales, familiares y sociales.

La importancia de la calidad del docente en cuanto al conocimiento y a los valores juega un papel primordial en el aprendizaje de los alumnos, ya que este se produce a través de la internalización de los conceptos mediante la observación y aplicación en la vida cotidiana, comenzando por las personas que guían su desarrollo, es decir, los componentes del grupo familiar y los docentes.

Es común observar la práctica del “currículo oculto”, el cual es una enseñanza no con la verdad sino basada en la manipulación e intereses personales del docente, produciendo una deformación del contenido planificado a través de la manipulación. Definitivamente no puede haber educación en valores si no hay calidad en el docente que las comunica, ya que ello puede conducir a equívocos en el proceso de enseñanza-aprendizaje, y retarda el fortalecimiento individual, familiar, comunitario, social y patriótico, que en conjunto, conducen a una vida mejor con criterios claros, concisos y pertinentes, alcanzando la evolución integral del ser humano.

La Transversalidad del Currículo


A través de mucho tiempo, la institución escolar, concebida en la corriente de la ilustración, ejercía el rol de sólo transmitir a los educandos conocimientos tanto de carácter científico como técnicos. Más sin embargo hoy, una visión más integral de nuestro entorno, una concepción humanista de la educación, propone un nuevo enfoque curricular en el que la dimensión transversal constituya una forma de preparar al alumnado sobre la problemática social del momento, participar en la solución de los mismos, desarrollar su autonomía moral, haciéndolos así ciudadanos más activos y críticos, acordes a nuestro tiempo.

Es complejo el quehacer curricular, por lo tanto se deben tomar en cuenta los elementos pertinentes a la hora de tomar decisiones en este campo, con la finalidad de hacerlos cada vez entendible para los docentes, que son los que lo implementan en sus aulas de clase. Esta época está caracterizada por la difusión del conocimiento y el proceso mediante el cual éste se lleva a cabo, es por ello que los diseños curriculares adquieren cada vez más importancia a nivel mundial.

La transversalidad viene a introducir en el desarrollo del currículo la propuesta de volver a reivindicar la función moral y social de la escuela y resolver la cuestión entre enseñar conocimientos y educar para la vida. La función de la educación, como cita CAMPS (1993) ¨No es sólo instruir o transmitir conocimientos sino integrar a una cultura que tiene distintas dimensiones: una lengua, unas tradiciones, unas creencias, unas actitudes, una forma de vida¨. Por tanto, educar conlleva a la formación de la personalidad para que se cumpla un proceso de socialización imprescindible, para promover un mundo más civilizado, crítico ante las situaciones del día a día y comprometido con el proceso moral de las estructuras y las actitudes sociales. El concepto de transversalidad se fundamenta en la teoría del aprendizaje significativo, el constructivismo y la dialógica de Habermas. Otorga a la educación un nuevo enfoque integrador e interdisciplinar, inclusive permite a los centros educativos definir su visión de la tarea educativa y establecer su relación con el entorno.

La Disciplinariedad


Bajo la perspectiva de la disciplinariedad, se puede decir que se fundamenta en el paradigma de la simplicidad que da un abordaje, unos axiomas, un método, una visión unilateral de toda la realidad, fragmentación del saber en materias, jerarquización o preferencia de un conocimiento en detrimento de otro.

Bajo este criterio, en los planes de estudio tradicionales los contenidos curriculares se organizaban en varias disciplinas aisladas, entre sí, a través de materias, parcelando así el conocimiento a ciertas áreas. En un intento de abordar los conocimiento desde otra perspectiva Crawford (1995) cita que en un diseño curricular basado en las disciplinas paralelas, organiza la exposición de los contenidos (clases) de tal forma que los estudiantes puedan explorar, los temas o problemas similares, en materias diferentes, en forma simultánea, dejándoles a ellos mismos la tarea de hallar las posibles conexiones entre sí, más sin embargo el currículum aún no se desprendía totalmente de la disciplinariedad.